El descubrimiento
- José David Grimaldi Villagrán
- 25 ago 2020
- 2 Min. de lectura
La relación entre las personas y cosas se da a través de las formas en que las personas pueden adquirir las cosas para convertirlas en bienes.
La primera forma de adquirir es una que se le llama forma de adquirir originaria o descubrimiento. Esto es cuando existe una cosa en la naturaleza que no ha estado en contacto con el ser humano y viene éste la descubre y se la apropia. También puede ser el caso cuando la cosa haya estado en poder de una persona y ésta la desecha.

Los romanos le llamaban a esta cosa la “res nullius”, la cosa de nadie. Y fue ésta la figura jurídica que los castellanos utilizaron para hacerse con los territorios americanos cuando se dio la conquista. Ellos le llamaron el descubrimiento de América. Y al ser un descubrimiento se suponía que eran tierras de nadie y por eso ellos las podían incorporar a su patrimonio. No importó que allí existiesen otros seres humanos autóctonos, pues éstos no eran calificados como personas. Es más, por muchos años no se definió la calidad de estos seres y, por ende, no contaban como sujetos que pudieran hacer valer sus derechos sobre estas tierras.
Tan es así, que muchos siglos después algunas tribus indígenas en los Estados Unidos de América pusieron pleitos en las cortes americanas para reclamar sus territorios ancestrales. No los lograron recuperar, pero obtuvieron buenas indemnizaciones por los daños causados.

El otro caso es cuando una persona ha tenido en su poder un bien para su beneficio y lo desecha. Lo regresa a la naturaleza como dirían los romanos; lo convierten en una res nullius. Un ejemplo puede ser el regalo de una joya que un joven le dio a su enamorada. Mientras la relación duró ella lucía orgullosa la joya, pero una vez la relación terminó, en un arranque emocional, ella desecho el regalo y lo tiró a la basura. Con toda su intención, la joven renegó del bien que le correspondía y ya no lo quiso, lo tiró y quedó claro que ya no le era de ningún beneficio y que ya no lo necesitaba en su poder. Convirtió la joya en una “res nullius”.
Luego vino uno de los hombres que trabajaba en el camión recogedor de basura, revolvió la basura en busca de algo útil y descubrió la joya. Como vio que estaba en la basura supuso que no era de nadie y, sin ningún problema, la hizo suya.
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