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Los bienes

Ya se explicaba anteriormente que las cosas corresponden a todo aquello que no es persona. Y que dentro de las cosas, algunas de ellas están para ser utilizadas por el ser humano puesto que les satisface alguna necesidad.

Cuando las cosas que están en la naturaleza caen en esta sencilla definición y se les empieza a llamar bienes y, es aquí cuando las cosas al igual que lo seres humanos, pasan a ser bienes y personas. Ambos se convierten en conceptos jurídicos y entre ambos se puede establecer una relación.

Pero antes de hablar de esa relación, los antiguos romanos clasificaron los bienes en inmuebles y muebles. Inmuebles serían aquellos bienes que no se pueden mover como un terreno y, muebles, cuyo significado viene de movilidad, serían todos aquéllos que se pueden mover. Tal es el caso, del pan, del mobiliario de una casa, del vehículo de transporte.

La dificultad actual de este concepto es que hay bienes muebles que, por su valor, se tratan como bienes inmuebles, tales como una aeronave, un vehículo automotor, un barco, una nave espacial. El trato que actualmente se les da a estos muebles es que son objeto de un control especial para proteger su individualidad, como puede ser inscribirlos en alguna oficina que registre sus características.


Y también para explicar las complicaciones de estos conceptos tan arcaicos quisiera contar una historia. Existían estos campesinos que se adentraban en las tierras de un noble a recoger leña y, ellos, tenían claro que sólo debían recoger la leña caída y no las ramas de los árboles. Esto porque el árbol que está sembrado se toma como parte del terreno y, por ende, el árbol es una extensión del terreno donde está sembrado; es una especie de bien inmueble. Pero cuando las ramas se desprenden y se convierten en leña dejan de ser parte del árbol y, también del terreno. Y por eso se sentían con derecho a recogerla, porque pensaban que las ramas habían vuelto a la naturaleza y estaban para ser utilizadas por cualquier ser humano.


Pero el dueño del terreno no pensaba lo mismo y creía que aunque la leña ya no era parte del árbol y, por tanto, tampoco del terreno, por haber caído sobre el terreno y dentro de él, esa leña era de él. No porque fuera parte del árbol que era parte del terreno sino porque se había convertido en un bien mueble que estaba dentro del área que le pertenecía, como los muebles que pudieran estar dentro de su casa.


¿Quién tiene la razón en esta disputa?

El campesino que dice que la leña ya perdió utilidad para el dueño del terreno, pues salió del árbol y del terreno o de la persona que piensa que el bien sólo cambió de calidad, que pasó de ser bien inmueble a bien mueble, pero siempre le sigue siendo útil?


Haga usted su reflexión y empezará a conocer las dificultades que existen en el Derecho para conocer los límites y las relaciones que los bienes y las personas tiene entre sí. Artículos relacionados:

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