Más allá del testamento
- José David Grimaldi Villagrán
- 3 jun 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 14 jun 2020
Recientemente uno de mis clientes me pidió formalmente que le ayudara a elaborar su testamento. Habían pasado algunos años desde que habláramos sobre su importancia y ya no había vuelto a tocar el tema. A mi me parecía que su reticencia a otorgarlo se debía al temor a la muerte que todos naturalmente tenemos.
Acababa de ser testigo de un pleito entre los herederos de una de sus comadres. La apropiación indebida de parte de la masa hereditaria por uno de los herederos, los enfrentó y ello los condujo a los tribunales y a una condena para su propio ahijado.
Sintió que tal situación podría repetirse entre sus propios herederos y se encontraba abatido por no saber qué hacer.
Tuve que hacerle ver que más allá de ese temor estaba el amor que podía sentir por sus seres queridos. Ese amor que lo había impulsado a trabajar toda su vida para lograr el bienestar de su familia y que si no perdía de vista esa idea podía dejar sus asuntos perfectamente arreglados en vida.
Resulta irónico pensar que las personas se esfuerzan para dejar algunos bienes, a su muerte, pensando que eso va a facilitar la vida de sus herederos; pero, en muchos casos, generalmente cuando no otorgan testamento, lo que heredan además de los bienes es la discordia entre ellos.
Y es que la avaricia hace que se rompan vínculos familiares que parecían indestructibles.
A todas esas personas que se encuentran en situaciones similares podría indicarles que, con la ayuda de un buen profesional, se puede diseñar un documento que responda a las verdaderas necesidades del testador.
Pudiera parecer que elaborar un testamento corresponde únicamente al acto material de plasmar esa última voluntad en una escritura pública. Pero, en realidad, es todo lo contrario, pues el testamento se debe otorgar no como un acto mecánico de distribución de bienes, sino como un acto de visualización de cómo se quiere que su familia aproveche el esfuerzo de toda su vida; es decir, convertir ese acto en un acto espiritual.
De esa forma, la designación de cada uno de sus bienes para determinado heredero, conlleva una intención, la de seguirlo ayudando más allá de su muerte. Y así como en vida un hijo le puede pedir a su padre alguna cantidad o bien para algún fin que piensa alcanzar y el padre lo meditará seriamente si le conviene o no concederle esa cantidad o bien, así por medio del testamento es que puede seguir ejerciendo tal función.
Además, el acto de otorgar testamento requiere por ley una serie de testigos, que varían en cantidad dependiendo de la modalidad que se adopte, y, por ello, el testador debe escoger a las personas más cercanas y de su confianza para que el acto revista toda la relevancia que amerite.
En conclusión, más allá del acto material del testamento debe siempre encontrarse el amor que el testador pueda sentir por sus seres más queridos y para quienes lo debe dedicar.
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